sábado, 14 de diciembre de 2013

El fruto de los celos y la inseguridad

A veces siento vergüenza hacia mí misma, tanta que desearía darme de cabezazos contra la pared por culpa de mis estupideces mientras me digo "Idiota, idiota y más que idiota". No sé cómo hay gente que puede perdonar o tolerar mis actitudes y, mucho menos, comprenderlas en algunos casos. Sinceramente, yo no soportaría estar con alguien como yo.

En mi tercer año de carrera, que fue cuando enfermé de esquizofrenia paranoide, evitaba las compañías. Sentía un gran asco y desprecio a mis compañeros (todos me parecían unos críos que se creen guays por copiarse los programas entre ellos), me sentaba lo más lejos posible de las aglomeraciones, deambulaba sola una hora tras otra por la facultad buscando señales de rivalidad en cada uno de los gestos que hacían, fantaseando una y otra vez con escapar de aquella rutina, estudiando aislada en la biblioteca. Mi novio y yo estábamos en turnos diferentes, por lo que sólo podíamos vernos en cambios de hora. Ver que había conocido a chicas (más divertidas y con mejor cuerpo que yo) hacía que me hirviera la sangre, desconfiara de todo y vigilara todos los gestos y palabras.

Mientras he estado con el tratamiento, me di cuenta de que todo era miedo y paranoia. Resultó ser que una chica, a la que tenía muy vigilada, tenía novio (afortunadamente no se parecía nada al mío) y cada vez que me ve se porta muy bien conmigo. Cada vez que recuerdo lo estúpida que fue mi conducta, me da tanta vergüenza que a veces me tapo la cara. Ojalá pudiera tener el valor de acercarme y pedirle perdón, que ella no tenía que pagar por las infidelidades que me hicieron otras parejas. Yo si fuera ella, sería incapaz de perdonar a alguien que me hiciera eso.

También este año he conocido a dos amigos nuevos, a los cuales les he cogido mucho cariño y me demuestran su aprecio. Siento vergüenza por haberme estado alejando todo este tiempo de gente como ellos, juzgando a partir de malas experiencias o los delirios que rondan por mi cabeza.

He sido una cobarde y he estado amargándome por no aceptar el pasado. Nadie merece pagar los platos que rompieron mis anteriores amistades y ex parejas, nadie. Aún no tengo el suficiente valor para hacerlo. Pido perdón, de verdad.