jueves, 28 de noviembre de 2013

Después de un Mes

Faltan pocos días para que se cumpla un mes desde la despedida de Aron. Parece que no pero han pasado un montón de cosas durante este tiempo, lo que a ratos me hace temer qué cosas podrán suceder a lo largo de estos eternos 9 meses sin él.

Dicen que las personas con trastorno borderline nos vemos más afectadas con la pérdida de alguien al que queremos por temor al abandono y al sentimiento de vacío. Sinceramente, me he sentido así antes y durante la despedida, ahora lo que me persigue es una gran desesperanza y una enorme despreocupación por las cosas que antes me importaban más que nada.

Pensé que esa misma noche, aquel fatídico Halloween estaría llorando, abrazando la almohada y maldiciendo a un Dios que parece odiarme desde que nací. Pensé que sentiría tanta agonía, tanta ira y tanto dolor como nunca había sentido. Pero no fue así, creo que había llorado tanto y sentido tantas cosas horribles durante estos dos meses que ya no me quedaba nada más que sacar a la luz.

Desde que Aron me soltó la mano para a lo mejor no volvérmela a agarrar, Samuel me llamó preguntándome por cómo fueron las cosas e intentando que pensara en otro tema, lo que en mi caso es muy difícil, ya que cuando se me mete algo en la cabeza no hay manera de que salga. Esa misma noche pude llegar a casa sana y salva aunque como si se hubiera muerto alguien y con poco sentido del humor. Mi hermana también hacía lo mínimo para conseguir que saque una sonrisa, pusimos una película de miedo (La Posesión), que era ridiculísima pero logré reírme un poco viendo cómo mi hermana brincaba en el sofá por los sustos de la película.

Durante este mes, he estado apoyándome mucho en mis amigos pero no para hablar del tema, ya que sigue costándome contarlo sin que me tiemble la voz. Nos íbamos a dar un paseo los fines de semana o a ver tiendas (una de mis mayores terapias), pero la intención era tener la cabeza bien ocupada y aprovechar lo que me queda de tiempo aquí con mis amigos. He logrado reírme, querer salir de casa y pensar en otras cosas. De no haber sido por ellos, que estuvieron a mi lado desde que ocurrió todo, ahora estaría muchísimo peor. Samuel está acompañándome todos los viernes a mis clases de Estadística y Computabilidad para hacerme compañía y luego dar un paseo. Sinceramente agradezco mucho lo que está haciendo, está entregándose a ayudarme más de lo que imaginaba y eso que le conozco desde que tenía 8 años.

Respecto a cómo me van las clases, pues no sabría qué decir. Desde que se fue Aron estoy un poco más indiferente, ya las notas no me alarman y si no entrego una práctica no me siento tan culpable y miserable como antes. Intento tenerlo todo al día y hacerlo todo lo mejor posible pero sin actuar como si la vida me fuera en ello. Estoy aprovechando las horas de clase para estudiar por mi cuenta, ya que me resulta más rentable estar una hora practicando que mirando al profesor. Lo lamento mucho por las clases, pero es que ando escasa de tiempo y no tengo ninguna gana de verme con prisas en enero ni estudiando en Fin de Año como he hecho últimamente. Pero he conseguido llevar casi todas las asignaturas al día y estoy teniendo expectativas ni tan buenas ni tan malas, me basta con poder llevarlo sin que me resulte un martirio.

Realmente, este mes he sentido de todo: ira, tristeza, desesperanza, vacío, agonía, rencor, melancolía... Aunque Aron no tenga culpa de ello, no resta que esté enfadada con él por el dolor que estoy pasando pudiendo estar mejor. Pero lo único que me viene rentable hacer ahora para que la depresión no me coma viva: mantener la cabeza bien ocupada.

lunes, 4 de noviembre de 2013

La Despedida

Ya ocurrió. Hacen casi 13 horas que me despedí de Aron y ni siquiera sé si será un "hasta luego" o un "adiós". Si ya resulta duro verlo desde un segundo plano pues vivirlo uno mismo es muy doloroso.

Ayer nos vimos nada más terminar las clases, fui hasta su casa porque también quise despedirme de su familia y porque en La Laguna llovía bastante para ir a dar un paseo. Nos tumbamos un buen rato en la cama y estuvimos abrazados y besándonos. A ratos lloraba entre sus brazos porque se me hacía inevitable el pensar que posiblemente ya no nos volvamos a ver y sentirme separada de aquellos brazos y su cariño. Por una parte estaba deseando que el tiempo se detuviera y por otra estaba deseando que avanzara para irme lo antes posible de aquel percance y no sufrir tanto.

Veía cómo tenía toda la casa limpia y recogida. En más de una ocasión hasta llegué a preguntarle si todo era un sueño o una alucinación mía pero resultó ser producto de esta cruel realidad que la risperidona me obliga a vivir. No pude ni mirar cómo entregaba algunas de sus cosas a su vecina, ni siquiera la tienda de campaña a la que solíamos recurrir muy a menudo. Podré soportar muchas cosas, pero supe que eso no podría aguantarlo, así que decidí quedarme en su habitación y desahogarme llorando.

Su madre se despidió de mí con un cálido abrazo y diciéndome que nos veremos pronto. Sinceramente,  tiene más esperanzas que yo. El rato que Aron y yo estuvimos en la parada fue largo y doloroso, rezaba para que la guagua nunca llegara mientras lloraba y besaba a Aron. Le abrazaba tan fuerte que hasta clavaba mis uñas en su espalda y le acariciaba quedándome con cada centímetro de sus hombros, sus brazos y su espalda. Cuando llegó ni siquiera quise mirarle, no quise ver cómo se alejaba cada vez más mientras yo me deshacía en el asiento de atrás.

Jamás pensé que podría ser tan doloroso ver cómo alguien a quien quieres mucho, alguien que ha sido tu apoyo durante más de un año desaparezca y que ni siquiera seas capaz de saber qué pasará más adelante. A menudo fantaseo con que llegue a mí mi "yo" del futuro y me diga qué es lo que ocurrirá, que me pusiera la mano en mi hombro y me dijera "tranquila, vas a aprobar el examen y conseguirás ir a Alemania para estar con él, no te preocupes" pero nunca vendrá.

Aprobar el examen, ir a Alemania, vivir con él... son demasiadas cosas buenas que vienen seguidas. O será que no estoy acostumbrada a que me sucedan tantas cosas buenas juntas o será que algo malo va a pasar. Dicen que después de la tormenta llega la calma pero ¿seguirá la tormenta o se detendrá alguna vez? ¿Volveremos a vernos? ¿Ganará el amor o la distancia? ¿Conseguiré vivir en Alemania o tendré que quedarme aquí? Todavía quedan muchas preguntas por responder...