lunes, 4 de noviembre de 2013

La Despedida

Ya ocurrió. Hacen casi 13 horas que me despedí de Aron y ni siquiera sé si será un "hasta luego" o un "adiós". Si ya resulta duro verlo desde un segundo plano pues vivirlo uno mismo es muy doloroso.

Ayer nos vimos nada más terminar las clases, fui hasta su casa porque también quise despedirme de su familia y porque en La Laguna llovía bastante para ir a dar un paseo. Nos tumbamos un buen rato en la cama y estuvimos abrazados y besándonos. A ratos lloraba entre sus brazos porque se me hacía inevitable el pensar que posiblemente ya no nos volvamos a ver y sentirme separada de aquellos brazos y su cariño. Por una parte estaba deseando que el tiempo se detuviera y por otra estaba deseando que avanzara para irme lo antes posible de aquel percance y no sufrir tanto.

Veía cómo tenía toda la casa limpia y recogida. En más de una ocasión hasta llegué a preguntarle si todo era un sueño o una alucinación mía pero resultó ser producto de esta cruel realidad que la risperidona me obliga a vivir. No pude ni mirar cómo entregaba algunas de sus cosas a su vecina, ni siquiera la tienda de campaña a la que solíamos recurrir muy a menudo. Podré soportar muchas cosas, pero supe que eso no podría aguantarlo, así que decidí quedarme en su habitación y desahogarme llorando.

Su madre se despidió de mí con un cálido abrazo y diciéndome que nos veremos pronto. Sinceramente,  tiene más esperanzas que yo. El rato que Aron y yo estuvimos en la parada fue largo y doloroso, rezaba para que la guagua nunca llegara mientras lloraba y besaba a Aron. Le abrazaba tan fuerte que hasta clavaba mis uñas en su espalda y le acariciaba quedándome con cada centímetro de sus hombros, sus brazos y su espalda. Cuando llegó ni siquiera quise mirarle, no quise ver cómo se alejaba cada vez más mientras yo me deshacía en el asiento de atrás.

Jamás pensé que podría ser tan doloroso ver cómo alguien a quien quieres mucho, alguien que ha sido tu apoyo durante más de un año desaparezca y que ni siquiera seas capaz de saber qué pasará más adelante. A menudo fantaseo con que llegue a mí mi "yo" del futuro y me diga qué es lo que ocurrirá, que me pusiera la mano en mi hombro y me dijera "tranquila, vas a aprobar el examen y conseguirás ir a Alemania para estar con él, no te preocupes" pero nunca vendrá.

Aprobar el examen, ir a Alemania, vivir con él... son demasiadas cosas buenas que vienen seguidas. O será que no estoy acostumbrada a que me sucedan tantas cosas buenas juntas o será que algo malo va a pasar. Dicen que después de la tormenta llega la calma pero ¿seguirá la tormenta o se detendrá alguna vez? ¿Volveremos a vernos? ¿Ganará el amor o la distancia? ¿Conseguiré vivir en Alemania o tendré que quedarme aquí? Todavía quedan muchas preguntas por responder...

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