domingo, 18 de agosto de 2013

Lo mejor de la esquizofrenia

Tardé meses en darme cuenta de que la esquizofrenia puede ser tanto tu amiga como tu enemiga. A veces la considero una persona a la que tengo interés en conocer y otras veces me dan ganas de escupirla a la cara. Parece mentira pero la esquizofrenia también tiene sus cosas buenas y lo mejor es recordarlas cada vez que me desanimo y la culpo de todos mis males.

Cosas buenas desde mi punto de vista:

1.- Imaginación desbordante: Nadie tiene mejor imaginación que un esquizofrénico o bipolar. Comparando el arte de una persona sana con la de un psicótico, ésta última tiene un encanto tanto siniestro como único y especial. No hay nada más maravilloso y poderoso que una viva imaginación, que nos haga escapar de este mundo o plasmarlo para que todos puedan ver desde tus ojos.

2.- Detallistas: Una cosa que me he dado cuenta desde el periodo que llevo con la enfermedad es que consigo fijarme en cosas que los demás no pueden. No sé si será cosa de la extensa imaginación, pero es algo que llegó a ayudarme en un par de ocasiones.

3.- Autosuperación: La esquizofrenia tiene muchas cosas que pueden frenarte de verdad (distracciones, aislamiento, alucinaciones extrañas, voces que nunca se van e incluso demencia). Todo eso puede desencadenar graves problemas, de los cuales la mayoría no se recuperan. Luchar contra las alucinaciones y demás síntomas es una tarea muy dura a la que nos enfrentamos día a día sin descanso.

Aunque parezca eterno, complicado e inútil, sé de personas que se han recuperado y han llegado a estar incluso mejores que antes de enfermarse porque supieron afrontar grandes obstáculos cuya intención era frenarles sin piedad. A mí también me resulta muy difícil, sobre todo cuando veo que va a peor. El ver a personas que se han recuperado y darme cuenta de lo bien que están, me anima a seguir luchando pese a que tropiezo con mucha facilidad, porque detrás del túnel hay una luz y yo quiero alcanzarla.

1 comentario:

  1. Hay experiencias sobre las que la mayoría de las personas no se atreve a hablar, porque no caben en la realidad cotidiana y se sustraen a una explicación racional.

    No nos estamos refiriendo a acontecimientos especiales del mundo exterior, sino a procesos de nuestro interior, que en general se menosprecian como meras ilusiones y se desplazan de la memoria.

    La imagen familiar del entorno sufre una súbita transformación extraña, feliz o aterradora, aparece bajo una luz diferente, adquiere un significado especial.

    Una experiencia de esa índole puede rozarnos apenas,
    como una brisa, o grabársenos profundamente.

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