miércoles, 28 de agosto de 2013

Nervios en verano

Estos días he tenido la cabeza llena de líos y los nervios a flor de piel. Es increíble la de cosas que pueden pasar en menos de una semana hasta llegar al punto de hacerme perder el sueño o el apetito en algunos casos.

Mi novio se va a Alemania este noviembre. Estoy disgustada porque fue algo que surgió de repente y que no me lo esperaba para nada. Rompí a llorar nada más decírmelo porque nos va genial nuestra relación y el que se vaya puede estropear muchas cosas. No van a ser 2 meses ni nada de eso (más quisiera yo), estaríamos casi un año separados y pasar de estar con él casi todos los días a no verle más me resulta tremendamente duro. Cuando quedo con él intento sonreír por el bien de nuestros últimos días juntos pero por dentro estoy profundamente angustiada.

Hemos acordado mantener la relación hablándonos todos los días por el Facebook e incluso nos llamaremos en alguna que otra ocasión. Yo pienso serle fiel pero sinceramente, no sé si él lo hará porque hará allí una nueva vida y la distancia enfría mucho la relación. No se me va el tema de la cabeza y todos los días estoy hablando de lo mismo.

Lo de mi novio me hizo reflexionar sobre Alemania e hizo que me diera cuenta de que me queda menos tiempo para que yo vaya, y eso que estoy contando con los días de clase y exámenes. Tengo una mudanza que organizar, tener toda la información bien atada y sobre todo, aprobar. Me estoy estresando ahora con eso y aún ni he empezado el curso.

Después está el tema de mi padre, que yo ya no soporto más ni su voz. Ya no le puedo ni mirar porque haga lo que haga o diga lo que diga, me va a gritar de todos modos. Es imposible hablar con él, a la mínima ya se enfada y cree tener siempre la razón, cosa que no se da cuenta de que eso no siempre es así. Mi madre y yo tenemos que hablarle del tema de Alemania y tengo miedo de que me niegue ir. Si se atreve a hacerlo, de verdad que no se lo podría perdonar nunca porque es un sueño que llevo teniendo desde los 12 años. He luchado mucho para poder hacerlo realidad y no pienso permitir que me lo arruine nadie.

Tengo la cabeza llena de cosas. Se supone que el verano es para divertirse, no para comerse la cabeza con todo esto. Las noches son un suplicio porque me cuesta dormir y pienso demasiado en vez de relajarme y descansar. Quizás deba darle menos importancia a las cosas.

lunes, 19 de agosto de 2013

¿Y ahora de quién me fío?

A pesar de tener esquizofrenia, soy consciente en que hay algunas cosas que reconozco que forman parte de mi imaginación, otras en las que tengo dudas y algunas en las que afirmo que no me equivoco. No todos los pacientes se plantean si lo que sucede es de verdad o mentira, e incluso me sorprende llegar a ese punto.

Desde que te dicen que tienes esquizofrenia es como si ya no supieras de quién fiarte. Voy por la calle y siento que me persiguen, me critican o se ríen de mí y mis amigos me dicen que no está pasando nada de eso y que son cosas mías. Es tan fuerte la sensación que resulta casi imposible creer a mis amigos porque a veces creo que me lo dicen para que no arme un escándalo.

Cuando me pasa algo así yo ya no sé si es verdad o si es un delirio, muchas veces tengo claro que no me equivoco y otras dudo en qué pensar. En la facultad la gente me mira de forma extraña y creo que planean algo contra mí, pero mi novio insiste en que es algo absurdo. Quiero creerle pero tengo miedo de que luego me pase algo malo y que sea tarde para hacer nada. Que tenga esquizofrenia no significa que siempre tenga que estar equivocada.

Me siento vigilada aunque esté completamente sola, siento que alguien me está escuchando u observando, vigilando todos y cada uno de mis pasos. Siempre estoy tensa y en la calle no paro de analizar a la gente que hay (miradas, gestos, formas de caminar, comentarios en voz baja...), a veces bajo la cabeza porque me siento avergonzada. Mis amigos y mi familia dicen que eso es de mi imaginación pero yo no lo creo así, ellos también se pueden equivocar, lo que pasa es que como le dan menos importancia a eso, pues no se fijan tanto como yo y dudo mucho que me pase los días delirando. El enfermo no tiene que estar siempre en la postura errónea, ¿o sí?

A veces reconozco que me equivoqué. Gente que pensaba que conspiraba contra mí acabó incluso ayudándome. Este tipo de cosas me hace dudar más de lo que pienso y de lo que me aconsejan los demás. Hace que me encuentre entre el oleaje y la arena. Es demasiada confusión para una persona tan complicada.

De momento lo que haré, será fiarme de lo que yo piense hasta vea lo contrario. No porque no me fíe de mis amigos, sino porque tengo demasiado miedo de arrepentirme.

domingo, 18 de agosto de 2013

Lo mejor de la esquizofrenia

Tardé meses en darme cuenta de que la esquizofrenia puede ser tanto tu amiga como tu enemiga. A veces la considero una persona a la que tengo interés en conocer y otras veces me dan ganas de escupirla a la cara. Parece mentira pero la esquizofrenia también tiene sus cosas buenas y lo mejor es recordarlas cada vez que me desanimo y la culpo de todos mis males.

Cosas buenas desde mi punto de vista:

1.- Imaginación desbordante: Nadie tiene mejor imaginación que un esquizofrénico o bipolar. Comparando el arte de una persona sana con la de un psicótico, ésta última tiene un encanto tanto siniestro como único y especial. No hay nada más maravilloso y poderoso que una viva imaginación, que nos haga escapar de este mundo o plasmarlo para que todos puedan ver desde tus ojos.

2.- Detallistas: Una cosa que me he dado cuenta desde el periodo que llevo con la enfermedad es que consigo fijarme en cosas que los demás no pueden. No sé si será cosa de la extensa imaginación, pero es algo que llegó a ayudarme en un par de ocasiones.

3.- Autosuperación: La esquizofrenia tiene muchas cosas que pueden frenarte de verdad (distracciones, aislamiento, alucinaciones extrañas, voces que nunca se van e incluso demencia). Todo eso puede desencadenar graves problemas, de los cuales la mayoría no se recuperan. Luchar contra las alucinaciones y demás síntomas es una tarea muy dura a la que nos enfrentamos día a día sin descanso.

Aunque parezca eterno, complicado e inútil, sé de personas que se han recuperado y han llegado a estar incluso mejores que antes de enfermarse porque supieron afrontar grandes obstáculos cuya intención era frenarles sin piedad. A mí también me resulta muy difícil, sobre todo cuando veo que va a peor. El ver a personas que se han recuperado y darme cuenta de lo bien que están, me anima a seguir luchando pese a que tropiezo con mucha facilidad, porque detrás del túnel hay una luz y yo quiero alcanzarla.

El diagnóstico

Resulta impactante sentarte en el asiento de la consulta y mirar a los ojos al médico mientras de su boca salen las palabras "esquizofrenia paranoide". Es como si a partir de ese momento todo empieza a cambiar y a volverse más confuso de lo que estaba. Antes me fiaba únicamente de lo que yo pensaba y ahora no sé a quién debo escuchar.

Recuerdo apretar los puños y retener las lágrimas para no montar un drama. Nadie puede imaginarse que esto podría pasar alguna vez, es como esos momentos en los que dices "bah, eso jamás me pasará" y luego ocurre de repente. Fui a psiquiatría porque todos mis amigos notaban que me comportaba de forma extraña mientras yo me justificaba diciendo que era mi forma de ser. Más adelante supe que tenía un problema: me estaba aislando demasiado, lloraba todos los días por cosas de poca importancia, tenía tanta ansiedad que me arrancaba el pelo o arañaba las paredes, veía monstruos todos los días que me amenazaban y tenía una enorme desconfianza hacia todo el mundo...

Me costó admitir que pasaba algo y que me estaba devorando cada vez más deprisa. Pensé que si todos me lo decían era por algo, así que decidí acudir a una psicóloga para confirmar cosas. No llevábamos ni 5 sesiones y ya me recomendó ver al psiquiatra porque consideraba que mi problema era muy importante. Yo acepté diciéndole "vine aquí para saber qué me pasa, así que no me echaré atrás".

Tras un par de visitas, el psiquiatra me diagnosticó:

- Esquizofrenia Paranoide
- Depresión
- Ansiedad no especificada
- Trastorno Esquizoide
- Trastorno Borderline

Tuve que esforzarme mucho para no llorar en aquel momento y pensar en cosas como "quise saber lo que tenía y ya lo tengo, ahora toca cambiarlo". No diré que ha sido un diagnóstico fácil de aceptar, sino muy difícil: ya no sabía si fiarme de mí misma, no sabía si todo son cosas mías o si es la realidad. Daban ganas de esconderse en una habitación vacía, cerrar la puerta con llave y llorar a oscuras durante horas. Pero delante del médico, decidí ser fuerte y aceptar firmemente aquellas enfermedades y probar si el tratamiento hacía efectos positivos.

Aceptar una esquizofrenia es muy duro y quizás una de las cosas que jamás podrían olvidarse. Reflexioné sobre la enfermedad, decidí buscarle aspectos positivos, aceptarla como algo que forma parte de mí y utilizarla a mi favor.

Desde luego que no es nada fácil, pero lo único que sé es que hacen falta dos incógnitas para esta ecuación: voluntad y paciencia.

viernes, 2 de agosto de 2013

Consejos para no escuchar voces

A menudo escucho voces que me echan la culpa o me amenazan constantemente diciéndome que "jamás lograré nada en la vida", "que soy inútil" y que "dentro de poco voy a morir". Es muy desagradable convivir con esto casi a diario, ya que me interrumpe mientras estudio, me cambia el estado de ánimo o me fuerza a tener miedo y llorar.

Las puedo escuchar como si fueran voces de cualquier otra persona, lo cual lo hace más difícil de distinguir. A veces consigo darme cuenta de si son reales o no y en otras ocasiones no lo tengo tan claro y me dejo llevar por ellas. Es duro para aquellas personas que lo sufren, por eso a partir de mis experiencias con las voces, he pensado que debería dar unos consejos a aquellas personas que estén pasando por lo mismo que yo.

1.- Tápate los oídos. Resulta demasiado simple pero es bastante útil. No hará que la voz se vaya pero te hará saber más o menos si es real o no. Si es una alucinación, sonará también dentro de tu cabeza cuando te tapes los oídos. Repito, esto no es del todo cierto, a veces puede fallar o es más difícil de percibir.

2.- Escucha música. Todos los días a casi todas horas estoy escuchando música con los cascos para no oír las voces desde fuera. Si me amenazan con algo o intentan echarme la culpa, escucho música que me anime un poco y me recuerde a mis amigos o me haga pensar en otras cosas. Repite esto hasta que te sientas con la suficiente fuerza como para poder andar sin la música puesta.

Esto te ayudará a no darles importancia, mantenerte de buen humor y a ignorarlas. Recuerda, lo peor que puedes sentir por alguien es la indiferencia.

3.- Si estás estudiando y no puedes escuchar música porque te desconcentras, estudia fuera. Parece que no, pero parece que a las voces les encanta poblar cada vez que uno va a la biblioteca o necesita mayor concentración. Son como una especie de jaula para voces. Evito estudiar en ellas o en sitios que me cierren demasiado a los sonidos externos porque es mucho más fácil oírlas y muchas veces acabé saliendo de la biblioteca sin estudiar nada o llorando por sus amenazas.

Ahora lo que hago es estudiar en algún lugar que tenga césped o pase algún que otro coche o se oiga a pocas personas hablar. Te distraerá lo suficiente como para no oírlas y tampoco pierdes la concentración mientras estudias. Sitúate en un lugar donde no se oiga ruido intermedio, ni demasiado ni casi nada. Parece que no, pero hasta te olvidarás de que las estabas escuchando.

4.- Intenta contradecirlas. A las voces les encanta convencer, no hay nada que les guste más que eso. Son crueles y egoístas siempre que están ahí. No olvides que son como personas malas que quieren hacerte daño.

Defiéndete de cada cosa que te digan, dales a entender que no siempre tienen razón. Si insisten en que nadie te quiere, diles que tienes a gente a tu alrededor que te quiere mucho. Si dicen que eres un inútil, diles que eres capaz de hacer muchas cosas y que sólo necesitas tiempo. Si te amenazan con que te autolesiones, diles que ellas no son dueñas de tu cuerpo.

Esto no siempre funciona, muchas veces consiguen convencerte les digas lo que les digas. Hay que responderles con firmeza, seguridad, sin miedo y debes creer en cada cosa que les respondes. En caso de que no funcione o si ves que son muy fuertes aún, ignóralas escuchando música.

5.- Distráete. Aquellas personas que me conocen saben que llevo casi siempre un coletero en la muñeca para jugar con él siempre que tengo voces a mi alrededor y no dispongo de música. Llévate algo que te pueda tener entretenido, haz algo que te mantenga con la mente ocupada.

Una cosa que suelo hacer mucho es irme de tiendas aunque no compre nada (escucho música bien alta, me pruebo cosas nuevas, miro qué novedades hay...) parece una estupidez pero ayuda más de lo que imaginas. Sales de ahí como si hubieras ido a una terapia y cuando recuerdas lo que te decían las voces, ya no consigues darles la misma importancia.

Espero que estos consejos hayan sido útiles. No soy una experta ni nada de eso, yo también las sufro y no es tan fácil quitárselas de encima pero me pareció buena idea poder compartir mis soluciones para ayudar a quienes pasan por lo mismo. A medida que vaya escribiendo, citaré más consejos y experiencias.





La medicación

Resulta duro pasar por un psicólogo y que luego te sugieran que necesitas ayuda psiquiátrica. Sabía que me encontraba mal pero no supe que podría llegar a tanto, ya que no soy consciente de la gravedad de los actos.

Fui diagnosticada de depresión, esquizofrenia paranoide y ansiedad generalizada.  Por una parte me creo que estoy enferma y por otra pienso que los demás son los enfermos y no yo. Todos mis amigos me habían sugerido que necesitaba ayuda psicológica porque según ellos tenía comportamientos que consideraban extraños. Yo no estaba convencida de que lo necesitara pero les hice caso para intentar demostrarles que yo no lo necesitaba, que es el mundo el que está enfermo y yo sólo soy víctima de ello. Al parecer creo que la que está mal soy yo.

Aún le doy vueltas y todavía no me creo que tenga esas 3 horribles cosas. No es algo que imagines nunca que vayas a tener. Ya no sé qué es real o qué no lo es. Me dicen "la realidad son cosas que se perciben por los sentidos" y yo a eso respondo que oigo voces o veo cosas como si fueran reales, así que esa respuesta no es que me ayude mucho a distinguirlo.

Aún no tengo muy claro qué es la causa de todo, porque se me ocurren muchas cosas y tampoco es que me fíe del todo del diagnóstico. Me preocupa tener que ir a psiquiatría y también me preocupa no asistir a las sesiones. El médico es muy amable y bastante paciente conmigo. Eso ya es todo un logro, aguantarme a mí ya es demasiado pedir. Me ha recetado medicinas desde el primer día que nos vimos:

- Risperidona: para el trastorno límite y la esquizofrenia.
- Venlafaxina: para la depresión e impulsividad.
- Sertralina: para la depresión, angustia y sentimiento de culpabilidad.
- Gabapentina: para la ansiedad y los problemas de sueño.

Todas las medicinas me dan muchísimo sueño pero tampoco acabo como si estuviera drogada. Tengo la impresión de que gracias a ellas puedo ir viviendo poco a poco aunque aún no tengo del todo claro que el problema sea yo.

Mi familia. Mi prisión.

Suena mal que de entrada ponga ese título, e incluso en parte me duele calificarlo así pero me propuse escribir todo lo que sentía, así que eso es lo que pienso hacer de ahora en adelante.

Vivo en Tenerife, un lugar que medio mundo ni sabe que existe. Siempre me ha dado vergüenza decir que provengo de un lugar donde puebla el retraso moral, la soberbia, el lenguaje soez y la ignorancia por excelencia. Señoras y señores, ¡Bienvenidos a Canarias! Siempre que tengo que registrarme en alguna página, pongo que provengo de Rusia, Alemania u otro país.

Jamás me he sentido encajada aquí. No siento orgullo hacia este lugar, lo repudio con toda mi alma. Encima fui a parar a una de las peores zonas de esta infernal isla, la cual no nombraré, no merece ningún protagonismo. Cada día sueño con escapar de aquí, cierro los ojos y despierto en otros lugares donde el sol brilla sin quemarte, donde la gente te tiende la mano en vez de escupirte, donde todo se hace realidad. Despertar de ahí para parar a este lugar me supone una profunda depresión, es como una jaula y me hace pensar que jamás saldré de aquí, que mi vida se limita a vivir encerrada en esta isla en medio de ese asqueroso charco al que se le conoce como Océano Atlántico.

El año que viene pienso irme a continuar mis estudios en Alemania. Estar aquí me deprime porque aparte de que no me gusta me siento encerrada. Este lugar no es para mí, quiero salir y conocer gente nueva, vivir experiencias que aquí no se pueden tener, quiero estudiar en una buena universidad y no en una donde los profes dan las clases leyendo un powerpoint.

Mi padre prácticamente se ha desentendido de mí y mi madre se preocupa demasiado. Mi padre sólo me habla para echarme broncas por cosas meramente estúpidas o me llama porque se le marca mi número en el móvil por accidente. Personalmente, dejé de tener padre a los 9 años. Mi madre tampoco le aguanta y quiere divorciarse pero no tiene la suficiente iniciativa de hacerlo. Es por eso por lo que tengo tantas ganas de irme a Alemania, porque ellos llevan así incluso antes de que yo naciera y sé que el día de mañana no van a hacer nada. Es un cúmulo tan grande que ya no puedo soportarlo, casi no podemos mirarnos a la cara, nos contestamos mal y hay mucha tensión.

Me siento atrapada en dos jaulas, las cuales se llaman "Tenerife" y mi "familia" y mi llave es "Alemania". Mi madre tiene demasiado miedo de que me vaya yo sola. Entiendo que tenga miedo pero algún día tengo que salir de aquí y ella aún no puede entenderlo. No comprende que estas situaciones me obligan a abandonar este lugar. No estoy bien, tengo depresiones constantes y cada vez estoy yendo a peor. Siempre que me habla del tema es para decirme cosas malas, en vez de ayudarme o apoyar mi idea, que aunque diga que me apoya, tampoco es que lo demuestre mucho.

Sé que hay familias y lugares mucho peores que el mío, pero eso no quita que lo esté pasando mal. Cada día lucho con más fuerza para poder iniciar una nueva vida y pienso seguir así hasta poder conseguirlo.