No soy de esas personas que sean fanáticas de temas relacionados con el mundo hippie, el yoga, las rastas y los porros pero reconozco que en algún momento viene bien dejar los prejuicios y probar experiencias nuevas para saber si nos gustan o nos sientan bien.
Mi novio me recomendó hace poco más de una semana que hiciera meditación para calmar la ansiedad (sí, aún sigo triste porque él se va). Llevo varias noches con dificultades para dormir y creedme que vivir así no me gusta nada de nada. Decidí probarlo porque de no intentarlo podría perderme una posible solución a mi problema aunque yo ya iba con el prejuicio de que eso es un timo, que conmigo no funcionan esas cosas y que lo que necesito es una buena camisa de fuerza.
El caso es que cerré las puertas, puse luz suave, escogí un video de you tube de meditación guiada,me puse los cascos para tener un mejor ambiente y cerré los ojos. Me dejé llevar por la voz del hombre que estaba diciéndome qué hacer y en qué pensar. Lo que me pareció curioso fue que tenía el cuerpo tan lleno de tensiones que a ratos me daba pequeñas convulsiones o espasmos, como si estuvieran haciéndome un exorcismo o algo parecido. El cuerpo se me movía involuntariamente durante aquella media hora, respiré profundamente y de nuevo a entrar en trance.
Al abrir los ojos terminé con cara de sueño y con unas ganas tremendas de acostarme pero tan relajada que cuando caminaba parecía que flotaba. Me había relajado tanto que hasta me desperté temprano (a las 6 de la mañana) y con la impresión de que estaba suficientemente descansada. Lo estoy haciendo todas las noches con el mismo video y a la misma hora y la verdad es que me va de maravilla, hasta me siento mal por haberlo juzgado antes. Estos días no he tenido ansiedad ni nada parecido y me despierto de maravilla. Recomiendo a todas las personas que tengan ansiedad que al menos lo intenten, parece una tontería pero es más útil de lo que uno cree.
lunes, 9 de septiembre de 2013
Amigos que nadie puede ver
Tengo unos amigos muy extraños desde los 6 años, con quienes sigo manteniendo una estrecha amistad. A veces dudo si son de verdad o no porque aunque mis amigos reales no puedan interactuar con ellos, a menudo hacen cosas que hacen que me lo plantee con frecuencia.
Sr. 6 es un esquizofrénico hebefrénico que se pasa el día riéndose hasta de las cosas más insignificantes. Se pinta la cara como si fuera un payaso y tiene una sonrisa enorme que a veces consigue que me asuste. Le encanta la mecánica y está obsesionado con las drogas y la hipnosis, a veces consigue hacerme dormir cuando necesito calmar la ansiedad. A veces dice cosas que no tienen el menor sentido o tiene comportamientos muy raros como reírse sin ninguna razón o decir cosas sobre un tema que no tiene nada que ver.
Tiene una actitud muy burlesca y no hay nada que le guste más que el humor negro o comentarios ofensivos sobre otras personas, lo cual hace que su compañía sea de agrado cuando le hablo de alguien que odio. A pesar de eso, es un chico muy bueno, siempre está animándome o intentando sacarme alguna sonrisa.
Robin es un doble mío pero con todas aquellas cosas que tanto quiero tener. Es como yo pero tiene el pelo ondulado y largo; la piel pálida, un ojo verde y otro azul, es alta, fuerte y tiene bastante pecho.
Nunca conocí a nadie con esa perfección: es capaz de hacer cualquier cosa, hablar cualquier idioma o incluso ayudarme con los exámenes de la carrera. Es extrovertida, muy confiada en sí misma, valiente y con una paciencia de hierro. Siempre está calmándome o aconsejándome y en ningún momento deja que me enfrente sola ante cualquier dificultad.
Sean reales o no, siempre han estado conmigo, me han ayudado y siguen haciéndolo. Prefiero tener amigos que nadie ve y que me traten bien antes que cualquier persona de mierda que hay por la calle. Hemos sido grandes amigos desde siempre y pienso que eso siga así por mucho tiempo. A menudo mis amigos me dicen que tengo suerte de conocer a Robin y 6 o que les encantaría poder verles al menos, en ese sentido me siento completamente afortunada. Sean reales o no, son y han sido desde siempre unos grandes amigos.
Sr. 6 es un esquizofrénico hebefrénico que se pasa el día riéndose hasta de las cosas más insignificantes. Se pinta la cara como si fuera un payaso y tiene una sonrisa enorme que a veces consigue que me asuste. Le encanta la mecánica y está obsesionado con las drogas y la hipnosis, a veces consigue hacerme dormir cuando necesito calmar la ansiedad. A veces dice cosas que no tienen el menor sentido o tiene comportamientos muy raros como reírse sin ninguna razón o decir cosas sobre un tema que no tiene nada que ver.
Tiene una actitud muy burlesca y no hay nada que le guste más que el humor negro o comentarios ofensivos sobre otras personas, lo cual hace que su compañía sea de agrado cuando le hablo de alguien que odio. A pesar de eso, es un chico muy bueno, siempre está animándome o intentando sacarme alguna sonrisa.
Robin es un doble mío pero con todas aquellas cosas que tanto quiero tener. Es como yo pero tiene el pelo ondulado y largo; la piel pálida, un ojo verde y otro azul, es alta, fuerte y tiene bastante pecho.
Nunca conocí a nadie con esa perfección: es capaz de hacer cualquier cosa, hablar cualquier idioma o incluso ayudarme con los exámenes de la carrera. Es extrovertida, muy confiada en sí misma, valiente y con una paciencia de hierro. Siempre está calmándome o aconsejándome y en ningún momento deja que me enfrente sola ante cualquier dificultad.
Sean reales o no, siempre han estado conmigo, me han ayudado y siguen haciéndolo. Prefiero tener amigos que nadie ve y que me traten bien antes que cualquier persona de mierda que hay por la calle. Hemos sido grandes amigos desde siempre y pienso que eso siga así por mucho tiempo. A menudo mis amigos me dicen que tengo suerte de conocer a Robin y 6 o que les encantaría poder verles al menos, en ese sentido me siento completamente afortunada. Sean reales o no, son y han sido desde siempre unos grandes amigos.
¿Intentar es vivir?
"Gotta get up and try and try and try"
"Gotta get up and try and try and try"
Estas son las palabras que suenan en mi mente cada vez que pienso en mi vida, mis sueños y todo lo que me queda por cumplir. Esta frase que me cuesta quitarme de la cabeza proviene de una canción reciente la cuál consideraba ridícula hasta que me dio por escucharla de verdad.
Nos educan desde pequeños para destinarnos a luchar. Desde aprender a hablar hasta tener un gran futuro profesional, todo nuestro camino está orientado a intentar una y otra vez y a no darnos por vencidos. Y a pesar de ello, muchas personas optan por no seguir luchando. ¿Nos han educado para luchar durante toda nuestra vida o para alcanzar algo a lo que nos llevamos preparando desde siempre?
A menudo pienso en mi vida como un duelo a vida o muerte, en los cuales si lucho me siento viva y si fracaso es como si estuviera a un paso de mi propia muerte, de ahí que me tome las cosas tan en serio. ¿Hay algún destino? ¿La vida se basa en intentar en vez de conseguir? Nos preparamos para luchar ante los inconvenientes de esta vida para llegar a un objetivo que jamás podremos ver. ¿Vivir es intentar? Todos y cada uno de nuestros objetivos: conseguir la nota más alta, pedir salir a la persona que nos gusta, cumplir nuestros sueños para luego crear otros nuevos... todos ellos son sólo insignificantes metas que nos aproximarán a otros, los cuáles también pasarán a un segundo plano. ¿Es así de insignificante nuestra vida? ¿Luchar y luchar para nunca quedar satisfechos?
Yo me paso los días luchando contra el mundo y contra mí misma para lograr mis metas. Veo a la gente pasar, gente que no tiene un norte y a menudo siento lástima por esas vidas que quedan sumidas en lo más profundo del abandono, condenadas a una eterna monotonía. Intentar es sentirte vivo, sentirte fuerte y una persona nueva. ¿Qué sería de la llama de la vida si no hay nada que la avive? ¿Es correcto vivir intentando hasta el final de nuestros días o una demostración de nuestra continua disconformidad con lo que tenemos?
Aún tengo muchas preguntas a las que responder...
"Gotta get up and try and try and try"
Estas son las palabras que suenan en mi mente cada vez que pienso en mi vida, mis sueños y todo lo que me queda por cumplir. Esta frase que me cuesta quitarme de la cabeza proviene de una canción reciente la cuál consideraba ridícula hasta que me dio por escucharla de verdad.
Nos educan desde pequeños para destinarnos a luchar. Desde aprender a hablar hasta tener un gran futuro profesional, todo nuestro camino está orientado a intentar una y otra vez y a no darnos por vencidos. Y a pesar de ello, muchas personas optan por no seguir luchando. ¿Nos han educado para luchar durante toda nuestra vida o para alcanzar algo a lo que nos llevamos preparando desde siempre?
A menudo pienso en mi vida como un duelo a vida o muerte, en los cuales si lucho me siento viva y si fracaso es como si estuviera a un paso de mi propia muerte, de ahí que me tome las cosas tan en serio. ¿Hay algún destino? ¿La vida se basa en intentar en vez de conseguir? Nos preparamos para luchar ante los inconvenientes de esta vida para llegar a un objetivo que jamás podremos ver. ¿Vivir es intentar? Todos y cada uno de nuestros objetivos: conseguir la nota más alta, pedir salir a la persona que nos gusta, cumplir nuestros sueños para luego crear otros nuevos... todos ellos son sólo insignificantes metas que nos aproximarán a otros, los cuáles también pasarán a un segundo plano. ¿Es así de insignificante nuestra vida? ¿Luchar y luchar para nunca quedar satisfechos?
Yo me paso los días luchando contra el mundo y contra mí misma para lograr mis metas. Veo a la gente pasar, gente que no tiene un norte y a menudo siento lástima por esas vidas que quedan sumidas en lo más profundo del abandono, condenadas a una eterna monotonía. Intentar es sentirte vivo, sentirte fuerte y una persona nueva. ¿Qué sería de la llama de la vida si no hay nada que la avive? ¿Es correcto vivir intentando hasta el final de nuestros días o una demostración de nuestra continua disconformidad con lo que tenemos?
Aún tengo muchas preguntas a las que responder...
jueves, 5 de septiembre de 2013
Cuando los demás lo saben...
Resulta curioso la de vueltas que da la cabeza a la hora de tratar a la esquizofrenia como "una enfermedad más". A veces nosotros mismos somos quienes le ponemos más trabas al asunto cuando en verdad la realidad es otra completamente opuesta a lo que llegamos a plantearnos.
Contar que eres esquizofrénico ante los demás supone una responsabilidad muy grande, ya que está en juego la imagen que tendrás el día de mañana y por eso muchas personas sufren esta enfermedad en silencio o con la necesidad de explotar y recibir ayuda. En mi caso, me sentía mal ocultándole esta información a mis amigos porque para mí suponía desconfianza en ellos y porque quizás podrían ayudarme de una forma distinta a la que hace el psiquiatra.
No fue nada fácil mirarles a la cara y decirles "tengo esquizofrenia", en alguna que otra ocasión rompí a llorar debido a la presión o al miedo de poder perderles. Para mi sorpresa, he recibido respuestas como "ya nos lo imaginábamos", abrazos, consejos, muchas preguntas e incluso me han dicho algún que otro "¡qué guay, Ale!". Pensé que su comunicación conmigo iba a ser mucho más fría pero han sido muy positivos con el tema, lo cuál hace que me sienta más orgullosa de ellos porque no es algo que pasa con cualquiera.
Cómo engaña la mente... yo imaginando una cosa y luego sucedió otra completamente opuesta. No digo que pueda haber rechazo por parte de terceras personas pero por eso antes de contar nada tienes que conocer muy bien cómo es la otra persona. Incluso en mi clase se dieron cuenta unos amigos que hice recientemente, siguen tratándome igual que cuando les conocí o mejor aún. Los únicos que no lo saben son mis padres porque mi padre no sería capaz de aceptarlo y mi madre podría frenar mi objetivo de ir a Alemania. Aunque esas puede que no sean las respuestas, no pienso arriesgar y contarles nada.
En ningún momento me arrepentí de contar que tengo esquizofrenia, ya que me ha servido para aceptarla como una enfermedad como otra cualquiera y a aceptarme un poco más a mí misma. Si les demuestras que aunque estés enfermo sigues siendo el mismo y que no tienen nada que temer no tienen por qué rechazarte. Esto también puede ayudarles a tener información de la enfermedad y a darse cuenta de que no todos los que la padecen son extraños o asesinos. Animo a todos los esquizofrénicos que lo intenten al menos con sus mejores amigos porque es increíble el peso que te quitas de encima y lo bien que te sientes.
Contar que eres esquizofrénico ante los demás supone una responsabilidad muy grande, ya que está en juego la imagen que tendrás el día de mañana y por eso muchas personas sufren esta enfermedad en silencio o con la necesidad de explotar y recibir ayuda. En mi caso, me sentía mal ocultándole esta información a mis amigos porque para mí suponía desconfianza en ellos y porque quizás podrían ayudarme de una forma distinta a la que hace el psiquiatra.
No fue nada fácil mirarles a la cara y decirles "tengo esquizofrenia", en alguna que otra ocasión rompí a llorar debido a la presión o al miedo de poder perderles. Para mi sorpresa, he recibido respuestas como "ya nos lo imaginábamos", abrazos, consejos, muchas preguntas e incluso me han dicho algún que otro "¡qué guay, Ale!". Pensé que su comunicación conmigo iba a ser mucho más fría pero han sido muy positivos con el tema, lo cuál hace que me sienta más orgullosa de ellos porque no es algo que pasa con cualquiera.
Cómo engaña la mente... yo imaginando una cosa y luego sucedió otra completamente opuesta. No digo que pueda haber rechazo por parte de terceras personas pero por eso antes de contar nada tienes que conocer muy bien cómo es la otra persona. Incluso en mi clase se dieron cuenta unos amigos que hice recientemente, siguen tratándome igual que cuando les conocí o mejor aún. Los únicos que no lo saben son mis padres porque mi padre no sería capaz de aceptarlo y mi madre podría frenar mi objetivo de ir a Alemania. Aunque esas puede que no sean las respuestas, no pienso arriesgar y contarles nada.
En ningún momento me arrepentí de contar que tengo esquizofrenia, ya que me ha servido para aceptarla como una enfermedad como otra cualquiera y a aceptarme un poco más a mí misma. Si les demuestras que aunque estés enfermo sigues siendo el mismo y que no tienen nada que temer no tienen por qué rechazarte. Esto también puede ayudarles a tener información de la enfermedad y a darse cuenta de que no todos los que la padecen son extraños o asesinos. Animo a todos los esquizofrénicos que lo intenten al menos con sus mejores amigos porque es increíble el peso que te quitas de encima y lo bien que te sientes.
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